Todas las personas hemos sentido miedo en algún momento de nuestras vidas.
Pero qué es en realidad el miedo?
El miedo es una emoción básica del ser humano, y podríamos definirla como un conjunto de sensaciones desagradables que aparecen ante situaciones reales o imaginarias, que originan respuestas físicas de diferentes tipos.
Entendiendo el miedo como una respuesta fisiológica del organismo ante una situación que causa rechazo, es común sobre todo en la infancia, tener miedos sobre cosas que nuestros pequeños no llegan a terminar de entender, o que los miedos se manifiesten sobre producto de su imaginación como es en el caso de los sueños.
Aprovechando que octubre es el mes de Halloween y todos lo conocemos por su componente terrorífico y fantasioso, quería presentar algunas reflexiones personales sobre cómo tratar los miedos infantiles que surgen de los sueños, es decir, qué podemos hacer ante un episodio de pesadilla o terror nocturno de un niño.
Es muy común que los niños de entre 3 y 6 años presenten sueños que los hacen despertarse de forma repentina. Para muchos, ésta es en la edad en que empiezan a dormir sin barreras protectoras, ya vivir experiencias en su día a día que pueden despertar, por decirlo así, sueños con cierto significado que hacen que cuando despiertan, no sepan muy bien lo que ha pasado.
Dada la gran capacidad de lenguaje que ya tienen a n estas edades, lo más común es que ante un episodio de pesadilla el niño esté asustado, llore, grite ... incluso quizá él es quien viene a nuestra cama a informarnos del que le ha pasado, pero en todo momento sea capaz de explicarnos lo que ha soñado, y por malo que sea el sueño, con nuestra ayuda y consuelo, a los pocos minutos se calmará, y probablemente se volverá a dormirse sin más problemas. Estos sueños muy frecuentemente están relacionados con alguna vivencia del día a día, o pequeña miedo que aflora en forma de pesadilla.
¿Qué podemos hacer?
Por lo que he estudiado, la recomendación es abordar la situación con naturalidad, dar el apoyo necesario que necesite nuestro hijo en ese momento y sobre todo tratar de verbalizar lo que ha soñado e intentar dejar claro que los sueños son imaginarios y que nada de lo que ha soñado probablemente pase nunca. Esta tarea no es muy fácil durante los 3 y 5 años, ya que psicológicamente, el niño está en una etapa psicológica en que está aprendiendo a definir los límites de la esfera del realismo y la de la ficción, proceso que se caracteriza precisamente por mezclar la realidad con elementos fantásticos, que muchas veces se expresan como una vivencia, pero que lejos de eso muchas veces sólo expresa su fantasía o un deseo infantil.
Por otra parte, tal vez nos encontramos con una situación ligeramente diferente. Quizás nos encontramos que nuestro pequeño sienta en la cama con los ojos como platos, grita, tiembla, está muy agitado o especialmente nervioso, y no reacciona a nuestras llamadas de atención o intentos para saber qué ha soñado o calmarlo. .. entonces estamos ante un caso de terror nocturno. Nuestro niño, está sometido a un pánico prácticamente incondicional, y nada parece consolarle.
Pues bien, en este caso, típico durante la etapa preescolar (0-6 años), debemos saber que el niño está parcialmente dormido todavía, es por eso que no responde a nuestras llamadas de atención o parece no calmarse con nada.
El motivo, por increíble que parezca es que el niño se encuentra parcialmente dormido, para aclarar esta afirmación, podríamos decir que el sueño se ha dado en una fase de sueño profundo, del que todavía no ha salido. (Fase que se da aprox. Entre la una y las tres de la madrugada, a diferencia de la fase donde se suelen dar las pesadillas entre las cuatro y las seis de la madrugada aprox.)
Después de un episodio de este tipo es común que el niño se despierte y se despierte a los pocos minutos sin recordar nada de lo que le ha pasado, y que se pueda volver a dormirse sin muchos más problemas.
Las pesadillas y los terrores nocturnos por norma general van desapareciendo a medida que los niños crecen. Habitualmente un niño tiene pesadillas o eventuales episodios de terror nocturno, que no van más allá de una simple cuestión de crecimiento. En cambio, lo que no es habitual es que sean recurrentes durante un largo periodo de tiempo. Si se diera el caso, sería de ayuda poder hablar con el pediatra y pedir las orientaciones que encontramos necesarias.
Pero qué es en realidad el miedo?
El miedo es una emoción básica del ser humano, y podríamos definirla como un conjunto de sensaciones desagradables que aparecen ante situaciones reales o imaginarias, que originan respuestas físicas de diferentes tipos.
Entendiendo el miedo como una respuesta fisiológica del organismo ante una situación que causa rechazo, es común sobre todo en la infancia, tener miedos sobre cosas que nuestros pequeños no llegan a terminar de entender, o que los miedos se manifiesten sobre producto de su imaginación como es en el caso de los sueños.
Aprovechando que octubre es el mes de Halloween y todos lo conocemos por su componente terrorífico y fantasioso, quería presentar algunas reflexiones personales sobre cómo tratar los miedos infantiles que surgen de los sueños, es decir, qué podemos hacer ante un episodio de pesadilla o terror nocturno de un niño.
Es muy común que los niños de entre 3 y 6 años presenten sueños que los hacen despertarse de forma repentina. Para muchos, ésta es en la edad en que empiezan a dormir sin barreras protectoras, ya vivir experiencias en su día a día que pueden despertar, por decirlo así, sueños con cierto significado que hacen que cuando despiertan, no sepan muy bien lo que ha pasado.
Dada la gran capacidad de lenguaje que ya tienen a n estas edades, lo más común es que ante un episodio de pesadilla el niño esté asustado, llore, grite ... incluso quizá él es quien viene a nuestra cama a informarnos del que le ha pasado, pero en todo momento sea capaz de explicarnos lo que ha soñado, y por malo que sea el sueño, con nuestra ayuda y consuelo, a los pocos minutos se calmará, y probablemente se volverá a dormirse sin más problemas. Estos sueños muy frecuentemente están relacionados con alguna vivencia del día a día, o pequeña miedo que aflora en forma de pesadilla.
¿Qué podemos hacer?
Por lo que he estudiado, la recomendación es abordar la situación con naturalidad, dar el apoyo necesario que necesite nuestro hijo en ese momento y sobre todo tratar de verbalizar lo que ha soñado e intentar dejar claro que los sueños son imaginarios y que nada de lo que ha soñado probablemente pase nunca. Esta tarea no es muy fácil durante los 3 y 5 años, ya que psicológicamente, el niño está en una etapa psicológica en que está aprendiendo a definir los límites de la esfera del realismo y la de la ficción, proceso que se caracteriza precisamente por mezclar la realidad con elementos fantásticos, que muchas veces se expresan como una vivencia, pero que lejos de eso muchas veces sólo expresa su fantasía o un deseo infantil.
Por otra parte, tal vez nos encontramos con una situación ligeramente diferente. Quizás nos encontramos que nuestro pequeño sienta en la cama con los ojos como platos, grita, tiembla, está muy agitado o especialmente nervioso, y no reacciona a nuestras llamadas de atención o intentos para saber qué ha soñado o calmarlo. .. entonces estamos ante un caso de terror nocturno. Nuestro niño, está sometido a un pánico prácticamente incondicional, y nada parece consolarle.
Pues bien, en este caso, típico durante la etapa preescolar (0-6 años), debemos saber que el niño está parcialmente dormido todavía, es por eso que no responde a nuestras llamadas de atención o parece no calmarse con nada.
El motivo, por increíble que parezca es que el niño se encuentra parcialmente dormido, para aclarar esta afirmación, podríamos decir que el sueño se ha dado en una fase de sueño profundo, del que todavía no ha salido. (Fase que se da aprox. Entre la una y las tres de la madrugada, a diferencia de la fase donde se suelen dar las pesadillas entre las cuatro y las seis de la madrugada aprox.)
Después de un episodio de este tipo es común que el niño se despierte y se despierte a los pocos minutos sin recordar nada de lo que le ha pasado, y que se pueda volver a dormirse sin muchos más problemas.
Las pesadillas y los terrores nocturnos por norma general van desapareciendo a medida que los niños crecen. Habitualmente un niño tiene pesadillas o eventuales episodios de terror nocturno, que no van más allá de una simple cuestión de crecimiento. En cambio, lo que no es habitual es que sean recurrentes durante un largo periodo de tiempo. Si se diera el caso, sería de ayuda poder hablar con el pediatra y pedir las orientaciones que encontramos necesarias.
De todos modos, padres, tengo que decir que salvo casos excepcionales, los terrores y miedos infantiles son infundadas por el desconocimiento de la realidad, así que os invito a que reflexionéis sobre qué miedos tienen sus hijos, y que os cuestionan cuáles motivos las pueden haber provocado, o si en algún caso vosotros también las hicisteis sufrir de pequeños y las ha transportado sin querer y sutilmente a sus pequeños. Del mismo modo que si las tenías pero desaparecieron, si fue por acción del tiempo o hicisteis que ser ayudados por sus padres. Más veces de las que pensamos, los interrogantes que nos planteamos como educadores y como padres, tienen respuesta en la propia experiencia y en dejar que las cosas evolucionen sin darlas más importancia de la que realmente tienen.
Espero que os haya servido de ayuda y... felices sueños!
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